Cuando no se almacenan correctamente los dientes de ajo, estos pierden su textura, aroma y sabor acre que lo caracteriza. Los principales síntomas de un ajo cuando se pudren pueden empezar a desarrollarse con brotes verdes el cual indica que a comenzado a germinar, tienen resequedad o se reblandecen. Un gran consejo que te doy, es que elijas cabezas de ajos con pieles apretadas y dientes firmes sin importar el teñido de púrpura, morado, café o blanco, aquí te dejo algunos trucos que puedes emplear para conservarlos más tiempo en buen estado.
1- Dejar el ajo entero a temperatura ambiente:
Para evitar circunstancias y alargar el máximo tiempo posible la frescura, guarda el ajo a temperatura ambiente en un lugar fresco, seco y ventilado sin humedades o contacto directo con la luz solar. Para esto, retira todos los dientes de la cabeza y del tallo junto con toda su envoltura delgada y guárdalos en un recipiente de vidrio opaco que tenga buena circulación de aire sin mezclarlos con otros productos vegetales, o conserva las cabezas de ajo enteras en un lugar fresco y seco metidos en una bolsa de malla o una canasta de tejido suelto, y a medida del tiempo que vayas necesitando separa los dientes. Si el lugar donde los metes no tiene orificios para que los ajos puedan respirar bien, empezarán a salirles moho y se echarán a perder antes de que puedas aprovecharlos.
2- Guardar mucho ajo en el congelador:
Otra opción deliciosa es calentar el horno a 400°F, cortar y quitar 1 pulgada de la parte superior de la cabeza del ajo, agregar un chorrito de aceite de oliva, sazonar con sal, pimienta negra recién molida y envolver en papel aluminio, colocar en la bandeja y cocinar de 50 a 60 minutos hasta que esté dorada y tierna la cabeza, finalmente dejar que se enfríe un poco a temperatura ambiente para después exprimir en cubetas de hielo y llevarlas al congelador. Otra manera podría ser picar, rallar, o presionar los dientes de ajo crudos, cubrir con aceite y congelar.
3- Guardar el ajo pelado en la nevera:
Si eliges esté método, es clave saber que se debe hacer adecuadamente para no estimular la germinación, para esto es necesario pelar los dientes de ajo, rebajarlos o picarlos y dejarlos dentro de un recipiente hermético para que en el refrigerador se mantengan conservados. No obstante, debes usarlos en 3 o 5 días máximo para que no se te descompongan y empiecen a perder su sabor ya que se someten a bajas temperaturas.
4- Deshidratar el ajo:
Para hacerlo, pela y corta los dientes de ajo por la mitad hacia lo largo, luego mete a la máquina para deshidratar, si lo haces en un horno, sécalos a 140°F durante dos horas, después reduce el fuego a 130°F y continúa deshidratando durante 4 a 6 horas o hasta que el ajo esté completamente crujiente. Para almacenar, mételo en un recipiente hermético a temperatura ambiente, con este truco podrás utilizarlos como sabrosos chips que le agregan sabor a cada comida desde el arroz hasta los platos de pollo.
5- Mantenlos en aceite de oliva:
Algunas personas optan por esta alternativa, especialmente cuando no tienen mucho tiempo de limpiarlos antes de cocinar. Lo único que debes hacer es tomar una cabeza de ajo, quitarle la cáscara a todos los dientes de ajo, el tallo y ponerlos en un frasco de vidrio dejando espacios para luego proceder a cubrirlos con una porción igual de aceite de oliva y cerrar el recipiente. Mantenlos a temperatura ambiente fuera de la luz directa del sol o en refrigeración, de esta manera podrás disponer de los ajos conservándose así aproximadamente unos tres meses; si eliges este truco después de una semana notarás que los sabores se intensifican, sin embargo, es importante que cuando los utilices metas una cuchara que esté completamente limpia sin agua u otra sustancia para que no se contaminen y se terminen por dañar.
6- Sécalos antes de guardarlos:
Este es un punto fundamental que no debes dejar pasar si no quieres que tus ajos se vean afectados por el fusarium proliferatum, un hongo que pudre los bulbos, especialmente si tus ajos son tan frescos que no tienen mucho tiempo de haber salido de la tierra. Para ello, deberás secarlos en alguna superficie de la cocina con servilleta donde les toque el sol varias veces al día. El proceso de secado se puede realizar en campo durante 5 a 10 días; una vez secos podrás tenerlos más fácil en reserva.