El consumo habitual de legumbres disminuye factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial elevada, la actividad plaquetaria y la inflamación; y dado su alto contenido de fibra y bajo índice glucémico, son buenas para ayudar a las personas con diabetes a mantener niveles saludables de glucosa e insulina en sangre.
Consejos para incluirlas en tu dieta:
- Como ingrediente principal en platos fuertes. Por ejemplo en unas enfrijoladas, un arroz con lentejas, o unas hamburguesas de soya.
- En sopas calientes, por ejemplo de lentejas, habas, garbanzos o alubias.
- Como guarnición, por ejemplo unos ricos “frijoles de la olla” acompañando unas fajitas de pollo con nopales.
Como ingredientes complementarios en platillos calientes con carne o pollo, por ejemplo pollo en salsa verde con habas. - Frias en ensaladas, por ejemplo de verduras con pollo y garbanzos.
En puré para untarlas al pan.
Secas y tostadas como botana.
Si comer leguminosas te causa muchas molestias gastrointestinales (gases y flatulencias) intenta remojarlas antes de cocinar. Lávalas bien y luego remojalas en agua al tiempo (3 tazas de agua por una de semillas) por un mínimo de 8 horas. Deshecha el agua de remojo, enjuagalas bien y luego cocínalas a tu gusto.