La palabra feng shui se traduce a cielo y tierra, se dice que esta tradición proviene de la antigua China fue desarrollada a las orillas del río Amarillo y debido a esto, las personas que allí habitaban se encontraban siempre preocupados por protegerse de las fuertes corrientes del río cuando éste crecía así como de los furiosos vientos que podían derrumbar sus viviendas y hasta una aldea completa.
Se puede decir que la raíz de esta doctrina se refiere al Chi y éste no es más, que la energía de la naturaleza, es la energía primordial del universo, y esa gran energía la podemos tener o carecer de ella y, es allí donde se encuentra el secreto del Feng Shui, que logra concentrar el Chi en nuestros sitios de convivencia y que puede beneficiar a los que allí residen, ya que el Chi se vuelve inútil cuando es dispersado. Para este correcto manejo del Chi los elementos fundamentales son el viento y el agua.
La cocina junto con la entrada y las alcobas es uno de los sectores de la casa que más contribuye a generar un buen o mal feng shui. Al cocinar, encender el fuego, preparar los alimentos etc. movilizamos mucha energía y por esa razón el feng shui de la cocina es tan importante. Una cocina armónica transmite energía positiva a los alimentos que se preparan en ella, además, activa la prosperidad.
Los colores preferibles son los claros, pero que no sean demasiado calientes para evitar un exceso de fuego, ni demasiado acuáticos para evitar que el agua apague al fuego. Lo ideal son colores terrosos no muy oscuros: arenas, tostados, pasteles, limón, etc, Por supuesto, combinados con toques de azules y verdes claros, tanto como elementos en rojo, naranja, rosa, en elementos como cuadros, luces y plantas.